DÍA DE LA MADRE

A primera hora llamaban a la puerta y aparecía un señor con un  gran ramo de flores y una tímida dedicatoria. Mi padre llevaba ya horas trabajando y nosotros sabíamos que ese era el regalo de mi padre a su Reina.
Desde que era pequeña recuerdo a mi madre cocinando sin parar, para que este día tan especial, tan suyo, fuera nuestro también. Desde primera hora de la mañana se escuchaba el trajín en la cocina, todo se estaba fraguando para la gran comida, para disfrutar de la reunión que madres, abuelas, nietas,...tendrían en pocas horas. El teléfono no dejaba de sonar, mi tía llamaba a mi madre, mi madre llamaba a mi abuela, ... unas habían hecho cordero, otras, una buena tortilla de patatas, para los niños, sopita y para los hombres, mucho jamón, chorizo y queso del bueno. Todas las mujeres y hombres de la familia se reunían en torno a la mesa de nuestro pequeño campo en Arroyo de la Luz.
Mientras tanto, mi padre trabajaba en el restaurante sin parar, era un día de reponer mesas, de no tener un minuto, de tratar con cariño a todos los que habían decidido disfrutar de ese gran día allí.
Sólo cuando el sol se había ido, y todo estaba preparado para la noche, sólo en ese momento, mi padre cansado pero lleno de satisfacción cogía el coche y se acercaba a vernos al campino. Era el momento del café y la tarta, era el momento del puro, de la sonrisa por ver la que se había montado en tan poco tiempo. Cuando llegaba mi padre, mi abuela Triniá que era muy cantaora, siempre le homenajeaba con una canción de las de entonces, ...me acuerdo sólo del principio,"...que entre usted mozo, que entre usted mozo, olé salero, olé salero,...." Era el momento de los besos y felicitaciones por el día de la madre, de los regalos de las hijas, de la felicidad por compartir esos momentos todos juntos.
A mi madre querida le deseo lo mejor en un día tan especial lleno de recuerdos, todos buenos.
Te queremos mamá.